Texto y foto: Maya Quiroga
Paola Becco, fundadora y directora del Festival Internacional de Cine de Animación Our Fest que se celebra en Buenos Aires, Argentina, acaba de cumplir su viejo sueño de visitar La Habana. Lo hizo en ocasión del 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano donde fue invitada a formar parte del jurado de Animación que otorgó premios corales a tres obras de Brasil: el largometraje Ciudad de los piratas, de Otto Guerra; el corto animado Carne, de Camila Kater, y un lauro especial a Sangro, de los realizadores Tiago Minamisawa, Bruno H. Castro, y Guto BR.
Me encuentro con la curadora de varias muestras cinematográficas internacionales en el lobby del Hotel Nacional de Cuba. Accede a la entrevista sin poner ningún tipo de reparos ni darse aires de grandeza. Tal como lo planificamos acude a la cita justo cuando todos los relojes que nos rodean dan las campanadas exactas de las nueve de la mañana. Se hace acompañar solo de su carisma personal, mucha simpatía y grandes dosis de humildad.
Me cuenta que es profesora universitaria de Artes Visuales en su país natal, que imparte materias como Historia del Arte, Cultura Estética y Escultura. De igual manera colabora con el Movimiento cultural internacional “Our Voices”, compuesto principalmente por jóvenes que hacen Arte denuncia en Sudamérica y Europa.
Se trata, según nos comenta de “un arte completamente directo, sin matices, dirigido a poner sobre la mesa las injusticias con todas sus letras. Somos un movimiento autogestionado y eso nos mantiene libres. Trabajamos a través del teatro, la música, la poesía, el audiovisual y el periodismo con una revista que tiene su sede en Sicilia, Italia, dirigida a visibilizar la lucha contra la mafia”.
Desde una posición de vanguardia aboga por la igualdad de oportunidades para todos y por la inclusión social:
“Después de muchos años me di cuenta de que el cine sigue siendo un lugar elitista y no todos tienen acceso a él. Entonces empecé a dar talleres de animación, a través de proyectos audiovisuales, en lugares periféricos de Buenos Aires, y en las provincias del interior de mi país, acercándome sobre todo a la juventud y a ciertos sectores sociales a los que ese tipo de arte no llega”.
¿Cuál es la situación de la animación en el continente?
–La realidad en el continente es muy variada pero tenemos un aspecto general que es bastante común entre todos los países y se refleja en casi todos los festivales. Necesitamos mayor apoyo estatal para los audiovisuales de animación y sus realizadores. Además, los cortos animados no son exhibidos por los distribuidores en las salas de cine, solamente los largos, que son mucho más costosos y llevan mucho más tiempo que la filmación tradicional.
¿Ha podido conocer el trabajo de los animadores cubanos en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic)?
–Tuve la suerte de compartir la labor de jurado con Ernesto Padrón, quien es un ícono en la animación cubana, y hemos visitado los Estudios de Animación del Icaic. Hemos visto cómo trabajan los compañeros de stop motion. Hemos hablado con ellos y hemos tratado de establecer una relación de intercambio entre Argentina y Cuba.
“Esperamos que a corto plazo florezca algún tipo de convenio de colaboración. Trabajamos mucho la animación y todo lo que implique una multidisciplinaridad artística y nos interesa mucho el trabajo en el interior. Por eso no solo queremos establecer esta relación con La Habana sino también ir a las sierras”.
¿Cómo valora la calidad de las obras que concursaron en el Festival de Cine de La Habana?
–Hay un abanico muy interesante de trabajos y realidades que tienen puntos en común. Nos parece, absolutamente necesario, que esas realidades sean mostradas más aún sabiendo la situación tan difícil que está atravesando Latinoamérica, particularmente Chile, Brasil, Bolivia, Argentina –que ha dejado hace unos días atrás un gobierno de derecha– entonces me parece que esas realidades personales y humanas tiene que ser reflejadas constantemente en el cine. Apostamos mucho por el cine de denuncia, un cine político aunque sea animado”.
¿Esas obras están dirigidas al público infantil o al público adulto?
–Han sido dirigidas, principalmente, al público adulto. La gente todavía no puede relacionar el cine animado con una temática para adultos que para mi brinda un abanico muy rico de matices porque podemos apreciar diferentes aspectos de la sociedad humana y eso es lo que vimos en todas las proyecciones de cortos y largos durante el Festival.
“Para mi es muy importante abrirles las puertas a la juventud. En este Festival es muy importante que haya realizadores jóvenes y propuestas para gente joven, incluso que haya etapas de perfeccionamiento y de formación, enfocadas hacia los derechos humanos. Me parece que se puede abrir una puerta muy interesante para las nuevas generaciones de cineastas. El Festival de La Habana tiene que seguir formándolos no solo profesionalmente sino espiritualmente”.
¿Qué le ha parecido el Festival?
–Era un deseo de toda la vida estar en Cuba. Nosotros hacemos un trabajo muy enfocado en los derechos humanos, el mensaje de la justicia, de la libertad, de la Revolución y Cuba ha sido siempre un norte para nosotros. Obviamente somos argentinos y tenemos la figura del Che Guevara presente todos los días.
“Para mi este es un Festival de resistencia y tiene que seguir siéndolo. Es un Festival único en Latinoamérica. Considero que es el más importante y en las obras que se exhiben tiene que estar reflejada la resistencia de los pueblos latinoamericanos. El Festival de La Habana es nuestro faro. Tiene que seguir apostando por la calidad pero sobre todo por un mensaje auténtico de libertad”.
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