Por: Orsanhec Plaza Lara
Sesenta años de producción de animados cubanos, no se resumen en líneas, pero si se pueden recordar en la mente de muchos con nostalgia de una infancia y recuerdos divertidos al ver obras cinematográficas animadas que nos marcaron.
El ICAIC ya está próximo a su 61 aniversario, pero en homenaje a sus 60 tuvo la iniciativa junto a la Cinemateca de Cuba de convocar a un grupo de investigadores, críticos de cine, artistas, creativos… para, mediante encuestas, valorar la mejor filmografía de todos los tiempos y etapas en Cuba. Dentro de esta selección figura la historia de los Estudios Animados con una vasta obra diseñada para niños y adultos.
Entre las primeras seleccionadas que marcaron la historia animada en sus inicios se encuentran: La prensa seria (1960) y El cowboy (1962), realizados por Jesús de Armas, Los indocubanos (1964), de Modesto García, Osain (1966), codirigida por Hernán Henríquez y Tomás González.
De Tulio Raggi: El paso del Yabebirí, El alma trémula y sola y la serie El negrito cimarrón (1975-2010); el corto La silla (1974) y el primer largometraje de animación en la historia del cine cubano, Elpidio Valdés (1979), ambos de Juan Padrón; Un sueño en el parque (1965), de Luis Rogelio Nogueras; A Norman McLaren (1990), de Manuel Marcel, el largometraje Mafalda (1994), de Juan Padrón y la serie Matojo (1981-1985), dirigida por Manuel Lamar (Lillo), El bohío (1984), de Mario Rivas.
Posteriormente, el largometraje ¡Vampiros en La Habana! (1985), de Juan Padrón, las series Elpidio Valdés (1974-2015) y Filminutos (1980-2006), dirigidas por Padrón con la participación de otros realizadores; el largometraje Elpidio Valdés contra dólar y cañón (1983), también de Padrón; 20 años (2009), de Bárbaro Joel Ortiz; la serie Quinoscopios (1985-1987), de Juan Padrón, creador, además, del corto ¡Viva papi! (1982).
Un poco más contemporáneas: La luna en el jardín (2012), codirigido pro Adanoe Lima y Yemelí Cruz, Más vampiros en La Habana (2003), largometraje realizado por Juan Padrón, así como Nikita Chama Boom (2010), también del mismo director. El largometraje Meñique (2014), de Ernesto Padrón realizado entre Cuba y Galicia; Los dos príncipes (2017), nuevamente, del binomio Adanoe Lima-Yemelí Cruz.
Y así es como recordamos las mejores obras, sin dejar de reconocer que esto es solo una pequeña muestra porque aún quedan muchos por mencionar. Quedaría pendiente entonces la propuesta de encuesta en los niños.
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