Por: Haziel Scull Suárez
Foto: Luis Pérez en Revista Pionero
Ilustración: Richard Hechavarría
Hace muchos años, en el horizonte del cómic cubano, va estremeciendo la firma de un autor de manera constante: Richy. El artista, prolífico creador y excelente dibujante, que se esconde tras esas dos sílabas es el historietista e ilustrador Richard Hechavarría Castillo (La Habana, 1997), colaborador recurrente de revistas como Zunzún y Pionero, participante del proyecto Kronikas, autor de varios libros de ilustraciones y profesor de talleres de historieta.
Maestro en el uso del color, sus ilustraciones recuerdan muchas veces a Scottie Young o a Jordi Lafebre. Él mismo se reconoce como un eterno seguidor del también historietista cubano Héctor Saroal, del que ha sabido captar las mejores experiencias y quien sigue siendo uno de sus grandes inspiradores.
Bailador, amante del buen dulce y el hip-hop, su indumentaria no está completa si en su mano derecha no cuelga un lápiz. Conversando, muchas veces duda del impacto real de su obra, en un acto de modestia inigualable y aún se reconoce como un alumno que necesita de la sapiencia y el consejo de otros, un poco más añejos, en el universo historietístico nacional. Su pasión va de dibujar, eso sí. De garabatear sobre un papel constantemente.
Sabemos que siempre el dibujo fue parte de tu vida, sin embargo, ¿qué te motivó a hacer historietas?
Richard: Desde que era pequeño, mi entretenimiento era dibujar lo que veía en las páginas de las revistas Pionero y Zunzún, o cualquier otra en la que la historieta estuviera presente. Pues siempre tuve, dentro del gran mundo de las artes plásticas, un interés especial -llamémosle pasión-, por la narración gráfica o cómic. Me motivó, tal vez, que me parecía una manera mucho más cómoda de hacer llegar las historias que quería contar y que la literatura por sí sola me limitaba. Simultáneo a esto mi madre, cuando se da cuenta de mis inclinaciones pictóricas, y desde la temprana edad de los siete años, comenzó a llevarme a diferentes talleres de pintura, sin embargo, a mí lo que me seguía llamando la atención eran los muñequitos, a la larga, llegué incluso a pensar que nunca llegaría a encontrar un lugar donde hacer lo que realmente me gustaba. Esto fue así hasta que conocí el centro cultural Vitrina de Valonia en donde, desde el 2014, comencé a recibir un taller de historietas que impartía el ilustrador de la Editorial Abril, Héctor Saroal, quien me hizo encontrar el camino hacia lo que verdaderamente quería hacer en la vida: dibujar historietas.
Todos somos capaces de reconocer tu estilo de dibujo, sin embargo, ¿tiene Richard artistas que considere su inspiración cuando va a trabajar?
R: Siempre me han llamado la atención las historietas japonesas (o mangas), por lo que mis artistas de referencia fueron, primeramente, los maestros Ozamu Tezuka y Takeshi Obata. Sin embargo, a medida que fui apreciando la diversidad del mundo del cómic, mis referentes fueron variando y abarcando un espectro mayor. En este se incluyen maestros del cómic franco-belga y estadounidense. Incluso, reconociendo la importancia que tiene el trabajo previo de la confección de historias, encontré guionistas, como el francés Zidrou[1], de los cuales sus libros se han convertido en referencias no solo para el disfrute sino para el aprendizaje mismo de la técnica de la escritura y la composición del relato gráfico. Sin embargo, si tuviera que escoger un cómic para llevarme a la tumba, sería Blacksad, de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido. Este es, para mí, una obra maestra de la narrativa, el dibujo y el color. Es el ideal que persigo.
Hemos visto algunas de tus ilustraciones en revistas de la Editora Abril, ¿en dónde más se puede encontrar tu trabajo?
R: Actualmente estoy colaborando, efectivamente, de manera casi constante con la revista Pionero, así como con Zunzún y Bijirita, de la misma editorial, en sus publicaciones mensuales. Sin embargo, en la propia biblioteca de Vitrina de Valonia se encuentran dos publicaciones en las cuales trabajé para el proyecto a+, enfocado en el público joven y adolescente. En todas estas hay una idea didáctica y de moraleja que no deja a la historieta como un simple espacio para el diálogo y el dibujo, sino una manifestación en la que la narración lleve al lector por el camino de la concientización, sin dejar de lado las cosas propias de la edad. Por otro lado, hace dos años vengo participando en la revista Kronikas, un proyecto de colaboración con la Maison Autrique, una institución cultural belga. También durante la temporada de confinamiento muchos de mis trabajos, en colaboración con la oficina de UNICEF en La Habana, se centraron en la concientización sobre la situación higiénico-sanitaria y hoy se encuentran en sus páginas oficiales. También en esta Feria del libro se publicará una serie de minilibros sobre México, país invitado de honor, de la cual yo estuve responsabilizado por sus ilustraciones. Otro gran espacio en el cual encontrar mi trabajo es en las redes sociales, tanto en mis cuentas personales, como en la de los sitios donde soy colaborador ¡Pasénse por ellas y verán!
¿Qué otros proyectos tienes en mente?
R: Aparte de mi trabajo en la editorial, tengo algunos proyectos personales; entre los que se encuentran: la participación en el evento de ArteCómic en Camagüey y la realización de un álbum de historietas dedicado a los adolescentes. Sin embargo, constantemente me encuentro trabajando en colaboraciones con proyectos como Akokán, Planches y el ya mencionado Kronikas. Siempre tengo trabajo. El problema del artista de cómic es no dejar de producir nunca, pues no sabemos cuando llegue ese editor azul que todos queremos para que nos rescate del castillo que muchas veces nos construimos y publique la obra de nuestra vida; algo que ansiamos hacer algún día y para lo que deberíamos trabajar constantemente.
Has transitado por varias etapas en tu vida artística: desde alumno a profesor de los talleres en Vitrina de Valonia, participante en eventos nacionales de cómic y autor de varios libros, ¿qué crees que deban hacer con su obra los artistas jóvenes cuando comiencen en este mundo?
R: Pues que no tengan temor de ir tocando distintas puertas con su carpeta llena de trabajos bajo el brazo. Eso es elemental y básico. El tesón no debe perderse. Sin embargo, el valorar la obra como un éxito personal, como una creación que significó tiempo y esfuerzo, es lo que va a hacer que tanto el editor como el público reconozcan en uno el artista que es. Muchas veces creemos que el cómic es un arte menor y como artista menor nos autopercibimos y eso es lo que, generalmente, nos lleva al ostracismo y al desconocimiento de los resortes tanto para la promoción como para la publicación. El historietista tiene que saber que su obra vale tanto como su esfuerzo. No se debe dejar de soñar, pero mucho menos, dejar de crear.
[1] Nombre artístico del guionista belga-español Benoît Drousie
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